-Caminando en una dirección vimos, a "los iguales", un grupo de personas haciendo, mirando, escuchando y vistiendo todos lo mismo.
También vimos en dirección opuesta a otros. Completamente diferentes a los primeros. Corriendo, huyendo, contrariando todo lo que "los iguales" hacían, todo lo que "los iguales" eran. Los llamamos "los distintos". Sin embargo ellos también eran todos iguales...
...Y por allí moviéndose en círculos, RAROS.
Que se apartan y se mezclan a la vez.
Que siguen las masas un rato, luego se pierden.
Que van a contracorriente y luego retoman el curso.
Pero buscan pasarla bien indiferentes a lo socialmente correcto.
Porque mientras todos persiguen o huyen de lo que dice la tele.
Estos"RAROS"persiguen sus sueños-

miércoles, 24 de julio de 2013

Cómo la de la canción.

Se encontraron en un café. Uno con "onda", comida, variedad de café y buena música. Siempre estaba lleno por su ubicación céntrica, así que fueron no muy tarde. El era desarreglado ya por instinto natural pero ésta vez antes de salir para ahí se encargo de verse y oler bien.
Sabía poco de ella. Tenían varios amigos cercanos en común, pero para no mostrar demasiado interés no preguntó a nadie nada que no le hubiera preguntado a ella. Sabía que ella pintaba cuadros y escribía poesías, y eso no era lo que él consideraba un estilo de vida rentable o productivo, pero ella era linda y sus creaciones también.
Cuando la vió entrar al bar rompió con el mito de "son lindas en la profile pic y en persona son horribles". Era hermosa, más de lo que creía.
"Hola" le dijo, "¿cómo te va?". Ella sonrió.
Cuando vino la moza -quien a diferencia del lugar y a no ser por su delicado rostro, no era nada agradable- él pidió dos copas de vino, y una pizza con rúcula, hongos, y varias "especias" impronunciables. Ella sonrió.
Mientras comían pan y tomaban vino esperando la pizza, él le habló de sus expectativas a futuro, de su carrera, del viaje. "...Sabés que está bueno el viaje. O sea, vos que tenés una meta medio artística podrías seguir arquitectura que cuando terminan también hacen el viaje…no sé, así conocés, te nutrís y esas cosas..." Ella se encogió de hombros y sonrió.
Comieron en silencio, los dos comieron poco, como era de esperarse. Se rieron bastante. Él dio toda su postura sobre la gente en Europa que no trabaja y que es "bancada" por el estado, después la miró y por las dudas aclaró "O sea, otra cosa es acá que los artistas tienen que esforzarse y pasar hambre, pero de última tratan de vender sus obras en ferias o en la calle... Nada les viene de arriba, a no ser que vengan de "familias bien". Ella sonrió, y siguió comiendo.
Cuando terminaron tomaron café, y compartieron un postre que él pidió. Cuando la salida ya terminaba él se detuvo a mirarla, pensó un rato y después exclamó "¡Claro! ¡Sos muda! Cómo en la canción, esa de los 90's! Por eso estuviste callada toda la noche, yo ya estaba pensado que habrá sido lo que dije de malo, repasé todo y no... ¡jajaja! Me sorprendiste, la verdad." Ella sonríó.
La acompañó a la parada, esperó a que se tomara  el colectivo y la vió subir, pagar y sentarse en el asiento del fondo, contra la ventanilla, mientras agarraba su celular. El colectivo arrancó y él se tomó el taxi que venía atrás.
"La verdad que un tarado. Jajaja. Habló toda la noche, me interrumpió cada vez que fui a decir algo. Cambiaba de tema todo el tiempo y me miraba el escote indiscriminadamente. Ni hablar que me trató de hippie todo el tiempo y estuvo emparchando lo que decía a cada momento porque la embarraba. ¡Boluda, pidió él la comida! O sea, ¡eligió por mí! Jajaja, nunca ví.... No no, enserio no me dejó hablar en toda la noche... No exagero, imaginate que antes de irnos me dijo que era muda... Enserio, pensó que era muda y me lo dijo... ¿Y que iba a hacer boluda? Me reí, le dije que era un gil y me acompañó a tomarme el bondi... Vino pidiéndome disculpas... Pero no se calló así que no pude contestarle"
                                                                     Micaela Belén Pacheco.

Café, cigarrillos, chocolate y un poco de frío, por favor.

No soy del tipo de persona que tiene el privilegio de poder estar fumándose un cigarro, calentándose las manos con un café de Starbucks y comiendo chocolate (Milka, el mejor) en algún techito o huequito de la ciudad mientras mira la lluvia y abraza a esa persona que tanto quiere. Primero porque no fumo. Segundo porque es Catamarca y no hay Starbucks por suerte. Tercero porque soy pobre y el chocolate Milka es caro. Y cuarto, bueno, el cuarto se puede solucionar...
Pero lo imagino cómo un momento hermoso, romántico, hipster y merecedor de una foto para Tumbrl en blanco y negro con una frase pelotuda y trillada que muchas personas enamoradas de la vida van a rebloggear. Igual, sigue siendo lindo.
Imaginen esta situación. Imaginen dos jóvenes de 16 años aprox. Abrigados, con bufanda, gorro y guantes. Sentados a la entrada de un edificio antiguo del centro -oh casualidad parecido al que habito actualmente-...
... Ahora imaginemos el diálogo, la charla...

(Bueno acá iba la hermosa charla que nunca voy a poder escribir porque no soy romántica. O sí lo soy, demasiado y me parece que cualquier conversación en un momento así debería ser sólo de miradas. Aparte me empezó a dar sueño y mi hermano está atrás leyendo y me da cosita. Obvio.)
                                                                           Micaela Belén Pacheco.

La depresión de los Sábados.

Ese sábado había ido a la casa de una amiga para subirle el ánimo y saber como estaba, le había hecho galletitas, (esas que mi papá adora). Creo que no había sido un buen día, no lo recuerdo, pero un mensaje de texto puede cambiar muchas cosas. Seguramente estaba cansada, con frío y desanimada. Después del texto estaba entre feliz, estresada y extrañada; feliz por el remitente, estresada por no tener batería en mi celular y no saber cómo sacarle una sonrisa a mili; y por último, extrañada por el contenido "¿Estás en tu casa?"
Los cinco minutos que pasé en la casa de mi amiga esperando a que mi celular se cargara (para poder responder el mensaje) seguramente fueron de los más largos. Mis cinco minutos siempre son demasiado largos. Se cargó un 5% de batería, y desesperada intentando ver la pantalla en modo de ‘Ahorro de energía’ sin brillo contesté "No, estoy en lo de mili, ¿por?" a lo cual recibí como respuesta un “pasame la dirección, estoy saliendo de tenis; te quiero ver”, inmediatamente me despedí de mi amiga y lo esperé afuera. Estuvimos una hora recordándonos lo que sentíamos, cantando cumbias viejas, riéndonos, besándonos. Hasta que me dí cuenta que había anochecido (como siempre el tiempo arruinándolo todo) así que nos volvimos caminando; él, su bici y yo. Me dejó en mi departamento, otra vez tuvimos que enfrentar nuestras despedidas (esos “ya me voy” cada diez minutos que acumulándose se van transformando en hora) que nos costaban tanto. A eso de las 23hs de la noche me chatea, jodiendo lo invito a casa, “jodiendo” el no me rechaza la invitación. Jodiendote estaría si te dijera que no me la creí y no me ilusioné hasta que me dijo que no podía porque a lo mejor su mamá se daría cuenta de que él no estaba en la casa y recibiría un coscacho en la frente. Mientras me contestaba esto me paré en el sofá y cuando llegaba a mi cuarto para ponerme el pijama suena mi celular, un mensaje de él. "Hola, estoy abajo, abrime" Sí, cómo en las películas. Sí, cómo en las frases-facebook.
Bajé las escaleras de un salto y estaba ahí. Antes de abrir la puerta noté que estaba toda desaliñada. Tarde, no aguantaba las horas de verlo. Abro la puerta, "te extrañaba, quería pasar a darte un beso" Vino un beso. "Yo también te extrañaba y nos acabamos de ver" Otro beso. Seguramente hablamos de alguna boludes, como de costumbre. Nos reímos un poco -lo suficiente para ser felíz el resto de la semana-. Fuimos a la terraza, mirábamos las estrellas, me enseñaba el “pato” que está formado por las tres marías y estrellas próximas a ellas; y esa, esa fue una de las noches más lindas de mi vida. Seguramente esa noche su voz me dio cosquillas en el cuello y atrás de la oreja, seguramente fui una de las personas más felices.
No me acuerdo bien qué pasó. Cómo terminó. Ni siquiera cómo empezó. Sólo sé que los sábados de tarde/noche/madrugada son tristísimos y que está prohibido -por cuestiones de bien estar- la soledad, visitar a una amiga y acortar el tiempo de visita por un chico, escaparse de noche para ir a la terraza, adorar las estrellas buscando las tres marías, o desear que vuelva a ser 2 de Marzo, cómo aquel día.
Y también sé que todos los sábados vuelvo a casa corriendo, me conecto solo para volver a tener esa charla, para volver a tenerte, y miro el celular esperando que suene y que el mensaje me diga "Hola, estoy abajo, abrimee" 
Pero también sé que nunca más va a pasar.

                                                            Micaela Belén Pacheco.

Otra vez haciendo la "futura moda".

Harlem Shake versión casera https://www.facebook.com/photo.php?v=2927210675775

Miedos.

Una noche hablando con mi novio. No no, así no.
Una noche a las 2 pm, sentados en el sofá del living de mi edificio luchando contra el frío y el sueño nos pusimos a conversar, simplemente buscando una excusa para no irnos a acostar y perder esos mágicos minutos de mirarnos, darnos la mano y cortar irrelevantes charlas filosóficas con algún que otro "te quiero"-que nunca vienen al caso, pero son de verdad- Este... bueno, divagué ¿no? Pero quedó lindo ¿no?
En fin, estaba con él y terminamos tocando el tema de los "miedos". La charla fue breve y concluimos en que él no conocía, o no era consiente de los suyos. Ya que me negué a dejarlo pensar que no los tiene. Todos tenemos.
Y no nos referíamos a miedos esotéricos o tangibles, como los fantasmas o las vacunas. Más bien a esos miedos existenciales. Como la soledad, o el rechazo.
Si bien la conversación terminó y no fue nada trascendente quedó en mi cabeza una pregunta: ¿Cuales son mis miedos?

Obviamente hay cosas como la muerte de seres queridos o similares... pero esos no son lo que se presentan latentes en mí. No pienso en eso, no quiero pensarlo... además de ser tácitos.

El rechazo
Sin dudas mi miedo más constante y presente es el miedo al rechazo. Pero no el miedo al rechazo como persona. No el miedo a no "caer bien" o a no elogiar mis pensamientos o esfuerzos. Por ejemplo, lo que escribo lo escribo para mí. Si es aceptado y bien recibido reconforta. Y si no lo hace, no me importa... el fin nunca fue agradar.
Pero la simple idea de no ser correspondida al momento de relacionarme con otra persona me abruma. El descubrir que alguien por quien siento aprecio o simpatía tiene sentimientos totalmente diferentes a los míos es hiriente. Y conocer comentarios negativos de personas por las que uno siente afecto, adivinando una suerte de desprecio por parte de alguien a quien uno halaga con terceros, es humillante.

La humillación.
La humillación es la fría puñalada, cómo hecha con una daga de acero, en el orgullo y en el ego. Lastima, duele, baja las defensas. La humillación pública se sufre, se lamenta, se repudia. Pero la humillación interna desdignifica, deja una herida abierta. Mata lenta y dolorosamente. Y si no lo hace, deja daños irreparables.

El olvido, o en defecto, la negación.

Todos hemos perdido contacto con algún ser, en algún momento, querido. Ya fuese este un amigo, una pareja, incluso un familiar. En el apogeo de la relación el afecto mutuo es inmenso y llenador. Y luego termina. ¿Termina? Y si terminara, ¿eso significa que todo ese amor y cariño nunca existieron?
Es igual que con la muerte. Cuando un abuelo, por ejemplo, se no va lo despedimos, lo lloramos y esa persona deja de estar. Las costumbres, las actividades, las conversaciones y los juegos con esa persona desaparecen. Y si logramos superarlo, dejan de necesitarse. Pero no quiere decir que no existieran, existieron y se recuerdan con cariño. Lo mismo con el amor, puede acabarse. Es normal. Pero me parece deshumanizante negarlo, tacharlo. O aún peor, modificar los buenos momentos en recuerdos borrosos tapados por situaciones horribles.
Cuando escucho gente diciendo cosas como "no la quería, me caía mal, era una basura" en referencia a ex novios/as, por ejemplo, se me hiela la sangre y un miedo inmenso me recorre la conciencia. ¿Sentirá o dirá alguna persona con la que perdí contacto esto por mí? ¿Tan poco fueron los lindos momentos vividos que una vez cortados los lazos estos desaparecen? ¿Estaré cometiendo yo la cobardía de tachar de mi memoria y negar el enorme afecto con el que algunas personas, ya no presentes en mi vida, me llenaron? ¿Me va a pasar? ¿Tan poco significa el amor?                                                                                                                                                                                                                      Micaela Belén Pacheco.

SER

Vivimos en un mundo que constantemente critica y cuestiona "¿quiénes somos?" o en el peor de los casos "¿que somos?". Una vez escribí, y hasta hoy sostengo, que vivimos acomplejados por lo estético, ya que acomplejarnos por lo interior es más deprimente... Sin embargo tenemos más de una ocasión que nos lleva a cuestionar lo que somos, lo que fuimos, lo que seremos...Somos Infinitos.
Sí, lo escuché en una película, está en un libro (que debo leer) y me quedó tatuado en el alma. 
Más de una vez nos van a decir, o diremos "Estás cambiado" "Cambió mucho" "Cambié mucho" ¿Cambió? ¿Cambiamos? ¿O siempre fue? ¿O siempre fuimos?. Algunas personas argumentan este cambio con un proceso natural: CRECER. Pero entonces no cambiamos, crecimos. Crecer no es cambiar, crecer es sacar afuera mucho, es desarrollar la vida misma, es experimentar, es ser cada vez más cómo uno es. No son cambios, son facetas. Porque nunca dejamos de ser lo que fuimos, y nunca fuimos tan diferentes a lo que somos
Los procesos "traumáticos" o "marcadores" en la vida son esos que se dicen nos hacen cambiar... Yo creo que simplemente apuran el nacimiento de una nueva faceta... Que no es tan nueva, que simplemente era reprimida, que quizá estaba en nosotros cuando no sabíamos ni hablar... Se habla también de la gente "influenciable", esa gente que cambia por influencias de otros, que es lo que los demás son en busca de aceptación o pertenencia. Pero la palabra lo dice todo, influencia, esa persona o grupo de personas simplemente influyen en el encuentro de la persona "influenciada" con otra parte de su ser, de su vida, de su historia. 
En la vida vamos a ser muchos, vamos a ser mucho. Pero en el fondo siempre vamos a ser nosotros. Cuestionarnos el "qué" o el "quienes" puede llevarnos a la locura, a la depresión... a no ser nada. Dejemos de esforzamos por ser algo, somos todo lo que necesitamos ser y más. Sin dudas los últimos días serán aquellos en los que nos haremos la pregunta "¿Que soy?". La respuesta probablemente sea "nada", pero si vivimos libremente, cuando estemos en el lecho de muerte y nos preguntemos "¿Que fui?" podremos contestar con una lágrima y una sonrisa desde el alma "Fui todo, soy todo" y allí, quizá, morir en paz. 
Hoy los invito, de nuevo, a ser menos estructurados y menos desestructurados (porque la desestructura moderna tiene una estructura mucho más rígida incluso). Los invito simplemente a ser y a formar parte de esta nueva generación, una generación rara. Sin referentes, sin lemas, sin escudos ni banderas más que la de ser feliz. 

                                                                                                      

      
                                                                                  Micaela Belén Pacheco.