Todo lo que trasciende a tu piel, es compulsivamente extraño. Cada célula que se encuentre bajo tu dominio, va a sacudir mi suelo como mil terremotos. Cada una de tus palabras coloniza mis neuronas, haciendo de tus ideas mis leyes.
Qué lindo, y a la vez que macabro, ser vulnerable a tu lado. Morirme cien veces pero resucitar un millón. Mejor dicho, que me mates cien veces pero me traigas hacia la vida un millón.
Una colección de banditas indies, con música austera y letras cascadas, musicalizan los silencios que nos invaden; y que a la vez nos llenan, nos completan.
Cualquiera es imprudentemente rebelde cuando tiene un lugar donde ir a matar sus demonios, sus secretos. Porque me haces sentir intrépida, aun cuando conoces todos mis talones de Aquiles. Pero no estoy asustada, porque tus pausas para respirar me van susurrando contraseñas, para cruzar a través de tu lado más oscuro.
Tan efímero como el aire, sos lo primero que pudo correr al ritmo de mi sangre itinerante. Y esa cierta magia que huye de tus poros, que me hace sentir tan viciosamente nueva, hace sonar todo como una canción de cuna.
No sabes cuánto estuve esperando, que vengas a colisionar mi mente y mi alma. No sabes cuan puro se vuelve el cielo, si lo miro a través de tus ojos. O capaz sí sabes, porque te moves como si tuvieras la respuesta para todos los misterios del mundo. Si estoy en lo cierto, por favor no me digas cuánto va durar esto. Todo gira sobre su eje, todo vuelve al principio… al menos una vez, todo vuelve a donde pertenece, y tal vez muy tarde o muy temprano volveremos el uno al otro...
Continuará